La leyenda negra del Dobermann

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La leyenda negra del Dobermann Destacado

De todos los disparates que se han escrito sobre la familia canina, el del Dobermann es, sin duda, el más descabellado por imposible, ya que se asegura que a una edad determinada, el cráneo del perro detiene su crecimiento mientras que el cerebro sigue expandiéndose, y al no caber en su interior, el animal se vuelve loco. Para completar el dislate, también hay quien afirma que, por la misma razón, el sentido del olfato se le atrofia, no reconoce a su dueño y le ataca.

Pero ahí no acaba el desconocimiento de la raza, sino que, en una exposición de mascotas en la estación de Francia, en Barcelona, hemos visto cómo un padre impedía acercarse a su hijo de 7 años, fascinado por nuestros Dobermanns de Grifeu, mientras le decía “ni se te ocurra acercarte, que son peligrosos. Su nombre lo dice todo: Dobermann, devoradores de hombres en alemán”. Sin comentarios.

Desmontar el mito sobre el desarrollo de su cráneo es relativamente sencillo puesto que no hace falta ser veterinario para comprender que esta situación es imposible. Supongamos por un momento que el cerebro empieza a crecer en un espacio rígido, es decir, sin posibilidad de dilatarse al mismo ritmo; las arterias y venas se comprimirían y la masa encefálica ejercería una presión notable sobre las paredes del cráneo. La consecuencia de esto es que el cerebro se colapsaría y se comprimirían estructuras vitales del tronco encefálico. Lógicamente, esto no haría que el animal se volviese agresivo (o loco) sino que  produciría su muerte.

Si esto es físicamente imposible, ¿por qué persiste la mala fama de los Dobermanns? La explicación hay que buscarla en la Segunda Guerra Mundial, lo que nos permite enlazar con la segunda falsa leyenda, la que afirma que el Dobermann es un perro creado por Hitler para ayudar a las S.S. a vigilar los campos de concentración, cuando está perfectamente acreditado ya que el fundador del Dobermann fue Louis Dobermann, un recaudador de impuestos encargado de la perrera de Turingia, y que los primeros ejemplares se inscribieron en 1893, fecha muy anterior a Hitler y su Tercer Reich.

La realidad es que los Dobermanns fueron usados por los dos bandos. Por ejemplo, pertenecientes al ejército de Estados Unidos, ejemplares de esta raza prestaron servicio a los soldados durante sus campañas bélicas en Europa y el Pacífico. A este respecto, según el testimonio de William Putney, un comandante destacado en la isla de Guam (en el Océano Pacífico), un ejemplar de Dobermann llamado Kurt salvó la vida a 250 marines al avisarles de la presencia del enemigo. Tristemente, también fueron utilizados como portadores de paquetes bomba colocados sobre sus espaldas que se activaban cuando los perros se situaban debajo de los tanques alemanes. Quizá para compensar, al finalizar la guerra se encargó una escultura de la cabeza de un Dobermann que preside el cementerio canino oficial de la base naval de la isla de Guam. Como vemos, el Dobermann no fue precisamente un perro nazi.

Desde entonces se le ha considerado una raza cruel, de reacciones incontrolables, capaz de atacar incluso a sus propietarios. A esto ha contribuido el cine, ya que cuando los vemos en películas, siempre hacen el papel de malos, sin que nadie se pare a pensar lo inteligente que debe ser un perro para que realice ejercicios tan difíciles, solamente si se trata de acciones como las protagonizadas por Lassie o Rintintin se tiene en cuenta esa habilidad.

En definitiva, si bien se trata de un excelente perro de defensa y de guarda, el Dobermann posee muchas virtudes que le convierten en un buen perro de compañía: es fiel, cariñoso hasta la saciedad, noble, dócil y muy dispuesto a aprender todo lo que su dueño quiera enseñarle.

dashlut

Los Dobermanns son perros dóciles, cariñosos, amantes de los niños y fieles guardianes.